Con el paso de los años, las computadoras pasaron de ser herramientas de investigación y estudio que se usaban en centros de enseñanza y laboratorios a electrodomésticos sofisticados que ahora nos permiten realizar tareas rutinarias de manera automática y proveernos de entretenimiento con mucho menos esfuerzo que antes gracias al innumerable software que le podemos instalar.
Como sabemos, instalamos software en nuestras computadoras para poder obtener un beneficio, y tener un resultado, el cual muchas veces es el sustento que nos permite saldar nuestras cuentas, como por ejemplo planillas de cálculo, procesadores de texto y aplicaciones de diseño gráfico, entre muchos otros tipos de programas. También usamos la computadora y su software como reproductores de video y audio, lectores de libros, juegos y demás para entretenernos.
Todos estos programas son diseñados por desarrolladores mediante alguno de los lenguajes de programación que existen en la actualidad. Esto significa muchas horas de trabajo y dedicación intensas, y es justo que el desarrollador tenga su retribución por esta ardua labor. Es por ello que el software tiene un precio y una licencia que determina cómo debe ser utilizado.
En este post intentaremos explicar por qué es mala la piratería y el daño que le causa a diseñadores, artistas y demás trabajadores de este sector.
Que es la piratería informática
La historia de la piratería comienza a principios de la década de 1960 de la mano de ciertos grupos de estudiantes de élite del MIT denominados “Hackers”, los cuales solían tener como entretenimiento o forma de protesta social la manipulación de los códigos de aquellas primeras computadoras para conseguir un resultado distinto al que sus usuarios esperaban.
Básicamente, la piratería informática en la actualidad consta de romper la seguridad de determinados programas, la mayoría de las veces populares y muy necesarios para llevar a cabo determinadas tareas, como Photoshop o Windows, para poder eliminar o bloquear cualquier código que impida su libre uso, para luego ser distribuidos con la firma de algún grupo o “Team” de manera gratuita en las principales redes de intercambio como Torrent o eMule, de manera bastante frecuente.
Esto lleva a una oferta de software desmedida, en donde no es necesario pensar si realmente necesitamos lo que estamos descargando. Para graficar esto, nada mejor que un ejemplo concreto, un caso que muchos de nosotros seguramente conocemos. Imaginemos que tenemos que cambiar el tamaño de un lote de fotos.
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