Por último, para poder entender un poco mejor todo los elementos criptográficos que se utilizan en la tecnología blockchain, hablaremos del hash.
Un hash es un elemento que se obtiene mediante una función hash. A estas funciones también se las conoce como “digestivas”, porque transforman la información a un elemento de tamaño fijo y con unas ciertas características, como si se tratase un “digerido” de la información.
Para entender un poco mejor los hashes, pensemos en el ADN. El ADN es un conjunto de elementos (casi siempre con el mismo número de elementos en todos los seres humanos) que todos tenemos, pero que con pequeñas variaciones es capaz de crear de forma única a todos y cada uno de nosotros. El hash de cualquier archivo es un conjunto de caracteres que se forma de manera única para ese archivo. De esta modo, si se hace el hash de dos archivos distintos, se obtendrán dos hashes distintos (de la misma longitud).
Este mecanismo es muy potente, pues nos permite, siempre y cuando utilicemos la misma “receta” (algoritmo) para crear el hash de un elemento, obtener un identificador único para dicho elemento. Esto nos permite también saber si un elemento ha sido modificado, es decir, si el elemento cambia, no puede mantener el mismo ADN.
Esto es muy potente y es uno de los elementos claves utilizados en la tecnología blockchain, permitiendo crear un ADN único para toda la información, asegurando así su inmutabilidad.
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